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martes, 24 de julio de 2012

El mismo mar de todos los veranos (fragmento final de la novela)

... y me arrastrarán felices arriba y abajo sin que a mí me importe nada, sin que a mí me duela ya nada, porque Clara se llevará con ella, espero, lo que queda todavía de capacidad de sufrir -aunque me deje la nostalgia- y no me dolerá ya el haber perdido esta postrera, extemporánea, posibilidad de volver a la vida, esta posibilidad tan loca y tan maravillosa que se ha llamado Clara, y que está todavía aquí, al alcance de mis manos y de mis palabras, de mis besos y mis "no te vayas", pero es como si se hubiera marchado ya, porque, a la inversa de lo que ocurre con el dolor, la verdadera ausencia empieza en el instante mismo en el que comprendemos de verdad que el otro va a marcharse y nosotros nos vamos a quedar sin él. Y Clara solo está todavía aquí para infligirme los últimos latigazos de castigo, los últimos minutos de inquietud -prefiero no pensar que puede estar esperando que le pida "no te vayas"-, antes de dejarme descansar, de dejarme dormir, de dejarme morir, antes de salir las dos de esta habitación horrible que huele mal y tiene únicamente una pared gris al otro lado de la lluvia y la ventana, salir de aquí con las maletas de concurso, y dejarme libre, vacía para siempre de cualquier esperanza, de la tentación tan pesada de la vida, de la ilusión falaz de cualquier posible compañía, para dejarme definitivamente en paz.
Y solo en el último instante, cuando el mozo ha subido al taxi el equipaje, y ella ha pagado la cuenta, y distribuido las propinas, Clara me da un beso leve en la mejilla, somríe con la sonrisa triste de mi Clara de siempre, perdida por unos instantes su seguridad y su aplomo, acerca mucho su boca a mi oído y susurra, no sé si como último palmetazo de castigo o como signo de perdón, pero en cualquier caso como prueba inequívoca de que hasta el final me ha comprendido: "...Y Wendy creció".

                                                                                                         Esther Tusquets