sábado, 21 de enero de 2012

UN ESQUELETO ESCRIBE SUS MEMORIAS

Supongamos que llueve
y estamos cansados de escribir,
supongamos también
        que es escandaloso
el precio de los funerales,
        que aquel hombre y aquella mujer
que tanto amamos
        ya no son nuestros amantes
sino una ficción
        en el mar de las ficciones.
Supongamos
        que nos tocamos el cuerpo y nos decimos
"este no es mi cuerpo",
        Que nos tocamos los ojos y nos decimos
"estos sí son mis ojos";
        entonces, solo entonces,
empezamos a viajar entre los muertos.
        El paisaje por donde vamos
es hermoso, digamos tropical,
        pero también es hermosa la aridez,
digamos de Manhattan.
        Así, cada vez más hacia dentro,
nos encontramos,
        como el que no quiere la cosa,
con unos cuantos esqueletos,
        con unas rosas, con abundantes frutos de mar
y con las ganas de llorar entre las gallinas.
        Supongamos, pues, que también estamos
cansados de mirar hacia dentro,
        que queremos estar junto a nuestra madre un ratito,
un poquito de amor
        sería suficiente para dejar
de llorar todos los recuerdos.
        Supongamos, es solo un suponer,
que hemos sido felices alguna vez,
        que no llueve esta tarde,
que estamos cansados de morir,
        que aquí no ha pasado nada
y escribir tiene
        un extraño sentido verdadero.

                                                        Dionisio Cañas

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